La familia de Silvio vino en el siglo XIX del norte de italia y se instaló en Salto. Fueron muchos los esfuerzos y penurias que pasaron, pero con mucho trabajo y esfuerzo salieron adelante. Cuando el era niño su madre le hizo una manta para abrigarlo en las noches de invierno. Esa manta la confeccionó recortando fragmentos de ropa de luto y medio luto que habían sido recientemente usados por ella. Vellones de lana de oveja forman el relleno. Aúnque la manta está muy frágil, él la conserva con buenos recuerdos.
Pasamos la tarde escuchando historias de la familia, del campo, de oficios y tecnologías que han cambiado, de anécdotas graciosas y otras no tanto, pero entre charla y café se nos fue la tarde. Antes de irnos recorrimos el tambo y vimos la colección de tunas de Teresa.
Nos volvimos escapando a la tormenta que se avecinaba, pero con una sonrisa en la cara y la sensación de haber viajado en el tiempo..
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